Mi
corazón oprimido
siente
junto a la alborada
el
dolor de sus amores
y
el sueño de las distancias.
La
luz de la aurora lleva
semillero
de nostalgias
y
la tristeza sin ojos
de
la médula del alma.
La
gran tumba de la noche
su
negro velo levanta
para
ocultar con el día
la
inmensa cumbre estrellada.
¡Qué
haré yo sobre estos campos
cogiendo
nidos y ramas,
rodeado
de la aurora
y
llena de noche el alma!
¡Qué
haré si tienes tus ojos
muertos
a las luces claras
y
no ha de sentir mi carne
el
calor de tus miradas!
¿Por
qué te perdí por siempre
en
aquella tarde clara?
Hoy
mi pecho está reseco
como
una estrella apagada.
Alborada. [1976] María Asunción Raventós. |
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