Un
día muy feliz.
La
niebla se levantó pronto, trabajé en el jardín.
Los
colibríes se demoraban en las madreselvas.
No
había cosa en la tierra que yo deseara poseer.
Sabía
que no merecía la pena que envidiase a nadie.
Cualquier
mal que hubiera sufrido, lo olvidé.
Pensar
que una vez fui el mismo hombre no me molestaba.
En
el cuerpo no sentía dolor.
Cuando
me estiré vi el mar azul y las velas.
Mar
Azul. Por Víctor Hugo Zayas.
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